jueves, 22 de septiembre de 2016

Una pequeña historia

LA LUZ EN LA OSCURIDAD

Samanta, una niña de apenas 8 años de edad, se encontraba llorando en su casa. Para ella su mundo estaba perdido. Se dirigía a su cuarto para echarse en su lecho de agonía, cuando pasó por la amplia sala de su casa. En ella se encontraba leyendo un señor lleno de arrugas y canas, sentado en un mueble al costado del ventanal, junto a él estaba una curiosa mesita que siempre llamaba la atención de la pequeña por lo antigua que era. Esta vez pasó desapercibida por que niña se encontraba concentrada en su llanto. El abuelo al escuchar su llanto y ver la con la carita roja y llena de lagrimas la llamó, dejando su libro y gafas sobre la mesita.
La niña lentamente se acercó hasta a él, sobándose los ojos y sorbiendo su nariz en un molestoso e irregular ruido.
- ¿Qué ocurre preciosa? - dice el anciano mientras sienta a su nieta en sus piernas tratándola de consolar. No soportaba ver a su princesa de tal forma. La niña aun continuaba llorando - Respira, cálmate y cuéntame que te agobia.
Después de unos minutos la niña ya se encontraba un poco más calmada, lo necesario para que su narración sea entendible.
- No puedo terminar mi rompecabezas favorito porque no encuentro la última pieza - dijo volviendo a llorar. El abuelo le sobo la espalda y le quitó algunos mechones de cabello que estaban por su cara. - Ya le he preguntado a todos y nadie sabe de que pieza les hablo.
El abuelo se concentro en calmar a su nieta y medito un momento para después preguntar:
- ¿Ves este metal que tiene la mesita? - La niña confundida por el cambio de tema frunce un poco el ceño pero asiente.- ¿De qué color está pintado?
- Negro - dice la pequeña con inseguridad
- Exacto pequeña, esta pintado de color negro. Pero, a pesar de eso y de su antigüedad, este metal sigue brillando.- La niña tardo unos segundos en comprender. El hombre siguió hablando - Y si es posible que en la oscuridad exista brillo, yo no creo que haya algo imposible y mucho menos para ti.
La niñita sonrío al escuchar las últimas palabras de su abuelo.
- Entonces ¿Qué hago, abuelito?
El abuelo se agarró la barbilla y se coloco en una posé de pensativo.
- ¿Dices que ya le preguntaste a todos no? - La niña asiente - Y no la han visto - La niña niega - Pues ni modo si ya hiciste eso no creo que haya solución - La niña al escucharlo se entristece - A no ser...
- ¡¿Qué, abuelito, Qué?!
- A no ser que tu decidas buscarlo por cada rincón de la casa.
La niña sonrió y se bajo de las piernas de su abuelo. Sin decir nada se fue corriendo a buscar ella misma, sin ayuda de nadie, la pieza. El abuelo sonrío y tomó de nuevo sus gafas con su libro. Unos segundos mas tarde escuchó unos pasos apresurados.
- Gracias abuelito. - dijo la nieta.
- De nada hijita, ahora anda en búsqueda del tesoro.
La niña asintió y se fue corriendo de nuevo.
Antes de que todos se encontraran en la cena. la niña va hasta donde su abuelo estaba, en una mano traía su rompecabezas y en la otra una pieza.
- ¡Abuelito mira! - grita emocionada, mostrandole al anciano lo que ha llevado - Te he traído esto para poner la última pieza juntos - El abuelo sorprendido pregunta la razón - Por ser tan sabio y por creer en mi, gracias abuelito.
Ambos pusieron la pieza al mismo tiempo y luego fueron a cenar.

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